Espinacas con bechamel: estilo Arguiñano
¡Transforma tu cocina con las espinacas con bechamel al estupendo estilo Arguiñano! En un abrir y cerrar de ojos, tendrás un plato cremoso, nutritivo y rebosante de sabor que todos adorarán.
Ingredientes necesarios
¡Prepárate para enamorarte de estas espinacas con bechamel! Al más puro estilo de Karlos Arguiñano, te traigo una selección de ingredientes que convertirán este plato en un festín para tus sentidos. Vamos allá:
- Espinacas frescas – Escoge las que te guiñen el ojo en el mercado, esas serán perfectas.
- Leche – La cremosidad hecha ingrediente, imprescindible para una bechamel de diez.
- Harina – Solo un poquito, para que la bechamel abrace las espinacas con su espesor.
- Mantequilla – El inicio de toda bechamel que se precie, ¡y qué aroma!
- Nuez moscada – El secreto está en rallarla al momento, así libera todo su encanto.
- Queso rallado – Yo soy de los que piensan que el queso nunca sobra, así que ¡a por todas con él!
Recuerda que la cocina es un lienzo en blanco, y tú el artista. Así que si te apetece salirte del guion, atrévete con unos piñones tostados o unas hojitas de albahaca fresca. ¡Haz que la receta baile a tu ritmo!
Primero cocinamos las espinacas
¡Manos a la obra con esas espinacas! Yo, como buena amante de la cocina sana, siempre empiezo por sumergirlas en agua fría, removiéndolas con ganas para deshacerme de cualquier resto de tierra.
Es un truco que aprendí de mi abuela y nunca falla. Luego, las paso a una vaporera porque, como dice el refrán, "al vapor, verdura con sabor", y así conservamos todos esos nutrientes que las hacen tan estupendas.
Después de cocerlas, llega el momento crítico: escurrirlas a conciencia. A mí me gusta canturrear mientras las aprieto; así, el proceso se hace más ameno y me aseguro de que queden perfectas para la bechamel.
¡Y no te olvides de picarlas con alegría! Imagina la textura perfecta que van a tener en tu plato. Si te sientes creativo, ¿por qué no añades un toque de ajo picado o unas semillas de sésamo tostado a las espinacas? ¡Experimentar es vivir!
Ahora hacemos la bechamel al estilo Arguiñano
¡Vamos allá con la bechamel, ese toque cremoso que lo cambia todo! Siempre que la preparo, me traslado a los días en que ayudaba en la cocina familiar y el aroma a mantequilla me envolvía.
Empezamos con la base, la roux: una mezcla sencilla de mantequilla fundida y harina que es el corazón de nuestra bechamel. ¡Un truco que nunca falla es dejar que la mantequilla tome un poquito de color antes de añadir la harina!
Después, toca añadir la leche, y aquí es donde tu cariño por la cocina se muestra. Vierte la leche gradualmente, con amor y paciencia, removiendo constantemente para que se vaya haciendo amiga de la roux sin formar grumos.
Y no te olvides de la nuez moscada, ese toque especiado que hace que la bechamel de Arguiñano sea única. ¡Una pizca será suficiente para transportarte a otro mundo!
Al cocinarla, baja el fuego y deja que la magia suceda, siempre con la cuchara en mano. Verás cómo se va espesando hasta convertirse en esa maravilla cremosa que hará que tus espinacas sean las reinas del plato.
Y aquí entre nosotros, me encanta añadir un puñadito de queso rallado cuando nadie me ve, le da un giro delicioso.
Y tú, ¿te atreves a dejar tu sello en la bechamel? Tal vez un poco de pimienta rosa o un toque de curry... ¡La cocina es experimentación y diversión! Así que juega con los sabores y crea tu propia versión. ¡Cuéntame cómo te va!
Variantes de la receta
¡Chicos, vais a alucinar con las posibilidades de este plato! Imaginaos una tarde de otoño, con las hojas cayendo y un plato de espinacas con bechamel calentito en la mesa.
Ahora, añadid unos taquitos de jamón serrano y voilà, ¡tenéis un sabor que os transportará a las montañas del norte!
Si sois de los que mezcláis dulce con salado, echad un puñadito de pasas; os recordará a esos platos de la infancia que tanto nos reconfortaban.
Y para los que no renuncian a un buen crujido, los piñones son vuestros aliados. ¿Sabíais que en mi casa nunca faltan? Los echo en casi todo, ¡y siempre son un éxito!
Animaos a darle vuestro toque personal a las espinacas con bechamel y compartid vuestras creaciones. ¡Estoy deseando probar esas variantes que seguro que son para chuparse los dedos!
Receta
Espinacas con bechamel al estilo Arguiñano
¿Quién dijo que lo verde no puede ser también cremoso y delicioso? ¡Las espinacas con bechamel al estilo Arguiñano son una prueba de ello! Esta receta es un homenaje a la cocina casera que tanto nos gusta, y te prometo que es más fácil de lo que parece.
Ingredientes
- Medio kilo de espinacas frescas, que nos recuerdan a los huertos de nuestra tierra
- Un litro de leche, blanca y prometedora como un lienzo en blanco
- Unos 50 gramos de harina y la misma cantidad de mantequilla, los compinches perfectos para una bechamel de diez
- Una pizca de nuez moscada, ese toque mágico que nunca puede faltar
- Un buen puñado de queso rallado, porque la vida con queso sabe mejor
Y como diría Arguiñano, con una sonrisa en la cocina todo sale más rico. Así que siéntete libre de añadir esos ingredientes que te hacen feliz, como un poco de jamón serrano o unos piñones dorados.
Instrucciones paso a paso
- Comienza con las espinacas, lavándolas con cariño y cocinándolas hasta que se rindan y queden tiernas. Escúrrelas bien y dáles un buen picoteo.
- La bechamel empieza con la mantequilla y la harina unidos en una sartén, bailando juntos hasta que la roux se dore ligeramente. Es el primer paso para alcanzar la gloria cremosa.
- Vierte la leche despacito, como si le estuvieras contando un secreto a la sartén, y no pares de mover para que la salsa se quede sin grumos y espese a tu gusto.
- Mezcla las espinacas con la bechamel, añade la mitad del queso y ponlo todo en una fuente. Corona con el queso que queda y gratina hasta que se forme una capa crujiente y dorada.
¡Voilà! Ahora tienes un plato que es puro amor en forma de espinacas y bechamel. Disfrútalo con pan, con amigos o en la tranquilidad de tu hogar. Y recuerda, la cocina es un lienzo, tú eres el artista, así que haz de cada receta una obra maestra.